Johana tiene casi cuatro meses caminando por los pasillos del área de pediatría de la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera (Chet) de Valencia, y no deja de sorprenderse. Sus pasos son lentos, trata no hacer ruido para no molestar a ningún niño de los más de cien que ocupan las camas del lugar. Su mirada ya no refleja cansancio como al principio, sino impotencia, tristeza y desesperación. Ella ha visto muy de cerca la crisis de salud que se vive en el país: «Aquí entran cinco niños y salen cuatro muertos».
Un mes y medio estuvo en terapia intensiva con su hijo, y fue ahí donde vivió los peores momentos. «Muchos de los pacientes se complican y fallecen, la mayoría muere porque se contagian con una bacteria hospitalaria, otros comienzan a padecer de otras cosas como mi hijo que ahora tiene infección renal y la tensión alterada».
Ya ella espera, desde hace más de tres meses, por la operación que su hijo requiere, y mientras tanto ha tenido que gastar, hasta lo que no tiene, endeudándose para pagar exámenes y medicinas. «Me piden de todo, en terapia intensiva tuve que salir corriendo varias veces a buscar antibióticos», relató con miedo a ser escuchada por alguien de seguridad en el lugar.
En el cuarto de al lado estaban unos padres desesperados. El hombre estaba sentado con su bebé en brazos mientras la madres caminaba de un lado a otro. Génesis Terán tiene apenas cinco meses de edad y fue diagnosticada con desnutrición. Llegó al hospital descompensada y no fue hasta el tercer día que comenzaron a administrarle tratamiento.
«Y lo hicieron porque entre la familia logramos reunir el dinero para comprar parte de las medicinas, sino la niña sigue empeorando», narró la madre entre lágrimas y con un récipe en mano con otra larga lista de medicamentos que debe conseguir para que su hija pueda salir del cuadro de desnutrición severo que afronta.
Entre las 10 camas que hay en cada habitación la mayoría de los padres se quejan de lo mismo. «No hay medicinas, no sabemos dónde están las que mostró Lacava en sus redes sociales». Pero esa no es la única carencia. «Los baños no funcionan, casi nunca hay agua, y solo le dan comida a los pacientes a veces pasta sola con queso o arepa sin relleno».
A esto se suma un alto déficit de personal médico. «Hay noches en las que solo hay una enfermera para más de 100 niños, y ella sola no puede atenderlos a todos. De verdad que esto hay que vivirlo para entenderlo», expresó Johana y siguió caminando a su ritmo por los pasillos del Hospital Central de Valencia.