Avergonzadas, varias de las camareras de este hospital mostraron los remiendos que deben hacerle a sus uniformes para acudir a su lugar de trabajo. Los pantalones y camisas no aguantan un parche más.
Sus zapatos rotos, sin suela, los convierte en candidatos a infecciones, que se agudizan por la falta de cloro y otros artículos de limpieza que, paradójicamente, brillan por su ausencia. Aseguran estar cansados de protestar, pues sus súplicas no son escuchadas.
Niurka García aseguró que el drama del hospital se agrava con el pasar de los días. En 6 años han renunciado más del 40 % de sus compañeros. Cuenta que se apoyan en sus hijos, que se han ido por no tener cómo garantizarles un futuro.
«Estamos desmembrados. La única forma de ayudarnos es que nuestros hijos se vayan. Aquí no hay insumos, no hay medicamentos. En los Magallanes no hay nada¨.
Carmen Zavala con hilo y aguja en mano contó a las cámaras de Caraota Digital “la roncha” qué pasa para cumplir con sus labores.
“Pido cola, me gano mi mentada de madre muchas veces porque no tengo para el pasaje, esto no es justo” dijo. Carmen es camarera desde hace más de 5 años. La falta de artículos de aseo las convierte en magos, con decepción relató que con un par de franelillas improvisó un coleto para poder limpiar el área de curas donde hay sangre y fluidos que pueden perjudicar a pacientes que llegan con patologías menos graves.
Como ella, todos las trabajadores del hospital. Cada uno con una cruz que cargar; pero pocos los que se atreven a hablar, por miedo a las represalias.
Algunos de los obreros y enfermeras manifestaron estar sorprendidos por la ausencia de colectivos al momento de la protesta de este martes, que muchas veces han prohibido la presencia de medios en el lugar.
Comer bien y tener calidad de vida esta negado para quienes luchan para mantener en pie al hospital de los Magallanes de Catia. No les alcanza el salario. Muchas hasta se olvidaron del queso, de la carne o de darse «un gusto».
«En Venezuela está prohibido enfermarse o morirse porque todo cuesta plata. Ya mi uniforme no aguanta más remiendos. Lo que estamos viviendo los venezolanos es muy duro».