Jenny Machado celebra cuando no llueve. No le importa el calor, prefiere mojarse la frente con el sudor que los pies con aguas negras. Ella intenta brincar y evadir los pozos de cloacas, pero hay día en que no puede hacerlo en las calles de su comunidad al sur de Valencia.
Ella vive en Flor Amarillo. Y para salir de su casa cada día debe caminar varias cuadras. Ya el transporte público no entra a las urbanizaciones de la zona. El pésimo estado de la vialidad así lo ha determinado, hasta tal punto que vías principales han quedado inutilizadas, y el resultado ha sido que esas zonas estén incomunicadas con el municipio Carlos Arvelo.
«Hay que comer flecha por otras calles para no dañar los carros. Los repuestos están muy caros y esto daña rápido los cauchos y el tren delantero», relató Leopoldo Dorbiz, habitante del lugar.
Pero los vecinos no son los únicos que intentan no transitar por las vías dañadas. El servicio de aseo urbano tampoco lo hace. «Nos dijeron que ya por aquí no pasarán más y nos queda ese problema a nosotros porque ¿Qué hacemos? ¿Nos comemos la basura?», cuestionó Ana Ruíz.
Además de tener que caminar varias cuadras para salir de sus casas, quienes lo hacen al amanecer para ir a trabajar, lo hacen exponiéndose a la inseguridad. No hay alumbrado público y los robos suelen ser constantes. «Estamos viviendo en la peor precariedad».
El llamado de los habitantes del sector es al gobernador Rafael Lacava y a su alcalde, para que vuelvan a las calles por las que buscaron votos.