Angie Escalante recuerda el fallecimiento de su padre y cierra los ojos. Suspira como conteniendo las lágrimas mientras muchos recuerdos se pasean por su mente. Todos tristes. Fue una muerte sorpresiva. Ni siquiera estaba preparada económicamente para pagar los 300 dólares que le pidieron por los gastos funerarios.
Ella vivía sola con él en su humilde casa del sector El Roble del municipio Los Guayos, en Carabobo. Ya había escuchado de varios casos de cuerpos de fallecidos que pasaban días en sus camas porque sus familiares no tenían el dinero para hacerle el velatorio o, al menos, comprarle una urna y enterrarlo.
«Nada de eso es mentira. Yo mismo lo he visto y muchas personas cercanas lo han vivido. Los cadáveres se descomponen entre sus propias sábanas mientras se logra reunir lo necesario para sacarlo y llevarlo al cementerio», relató Miguel Parra, presidente de la Fundación Esperanza Después de la Vida.
Son varias las historias que él ha tenido que escuchar y que ha comprobado. Un día estaba en una unidad de transporte público cuando de pronto se subió un joven pidiendo colaboración para poder enterrar a su hijo recién nacido que había fallecido. «Es un drama muy fuerte».
En las comunidades ya es normal que se vaya de puerta en puerta para pedir ayuda. «Cuando alguien muere se organiza un grupo con un pote y dice que es colaboración para poder pagar el velorio y entierro de determinado vecino. Así es como se ha resuelto últimamente», narró Audiny Altuve, habitante de El Roble.
Fue justamente en esa comunidad donde nació la Fundación Esperanza Después de la Vida. El padre de Angie fue el primero que fue atendido en la humilde capilla que fue decorada con piezas de una cuna vieja que tenía su presidente. «Con las patas hice los soportes de las lámparas y los floreros», reveló Parra.
Ya son 10 los cuerpos que se han velado en el lugar. Las urnas son donadas por empresas privadas, pero dada la cantidad de familias que requieren los servicios de la fundación se necesita mucho más aporte, y así evitar que se repitan más historias de cuerpos descompuestos en sus propias camas.