Vuelven las pedradas de Garcia Otero, y vuelven en un momento en el que, para variar, al régimen de Maduro comienza a caerle una granizada de pronóstico, una de nuevas sanciones.
Si la revolución bolivariana tenía la esperanza de que con el nuevo Gobierno de Joe Biden la situación fuera distendiéndose, y de que la Unión Europea, sin el nariceo de Estados Unidos, se olvidara de sus propias medidas unilaterales coercitivas, la decisión del Consejo Europeo le frenó en seco el entusiasmo de una campaña diplomática y de relaciones públicas que comenzó en enero, con la asunción de la Asamblea Nacional designada el 6 de diciembre (decir electa es sin duda un exceso).
Esa campaña sí era, como le gusta decir al chavismo, “multiforme”.
Por un lado, la defensa del preso en Cabo Verde, al que se presentaba, concierto incluido, como poco menos que un Gandhi, o un Robin Hood, contra las sanciones, obviando el hecho de que Gandhi no tenía mansiones en Cartagena, o en el equivalente cartagenero de la India procelosa.
Por el otro, la visita de la señora Alena Douhan, sobre quien no hay más que decir que es bielorrusa y vive en su país sin problemas, por lo cual era esperable que dijera exactamente lo que dijo; por el tercero, un intenso lobby para lograr, si no la aquiescencia, por lo menos la confusión de Estados Unidos, y que en esa confusión, las sanciones se fueran volviendo laxas, y eventualmente olvidándose.
Esa campaña, como decimos, estaba bien montada, pero se desmontó, por completo, este 22 de febrero: la UE amplía las sanciones “contra Venezuela”, según la cancillería del chavismo, y uno no puede entender cómo, en este contexto, “José Brito” y “Venezuela” significan lo mismo; mientras, el Gobierno de Estados Unidos se reúne… con el equipo de Juan Guaidó.
El monumental despecho del chavismo: las sanciones siguen
Como consecuencia, el despecho del chavismo hoy es monumental. Jorge Rodríguez califica de “perros meneando la cola” al equipo de Juan Guaidó, mientras su tocayo Arreaza, canciller del chavismo, afirma que las sanciones de la UE reflejan la “frustración por no poder forzar un cambio de Gobierno por la fuerza (sic) en Venezuela” y dice que las mismas “buscan afectar el diálogo político en el país”.
Ya están meneando la colita en el Marriot de Bogotá, @leopoldolopez, @JulioBorges , Manuel Rosales. Hoy llega el arrastrado de @carlosvechio. Aquí la agenda de reuniones que alguien del gob de Duque, indignado de que eso ocurra en su suelo, nos envía. Abro hilo indignado pic.twitter.com/fBIF3Pu1na
— Jorge Rodríguez (@jorgerpsuv) February 22, 2021
Naturalmente, lo que le choca al régimen es que después de tan trabajada campaña, el intento de crear una oposición a la medida, no complaciente, que no le dispute el poder, yace en ruinas; la comunidad internacional (la que cuenta, no Rusia, o Cuba, o Turquía) sigue sin comerse el cuento de las últimas elecciones; y en resumidas cuentas, el aislamiento crece.
Mientras tanto, Nicolás Maduro anuncia un nuevo intento de reestructuración de la deuda venezolana, que sin el concurso de esta misma comunidad internacional es imposible.
Y sin reestructuración de la deuda, mientras Venezuela siga en default, no le va a prestar dinero ni China.
Ese es el verdadero bloqueo, las verdaderas sanciones.
Y tiene un solo grupo de responsables.
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