María Rojas no sabe cómo llegar a su casa y decirle a su hermana, que es una paciente oncológica, que no consiguió su medicina en la Farmacia de Alto Costo del Seguro Social de La Guaira. Está devastada y sin esperanzas. Ser paciente crónico en Venezuela es una condena a muerte no solo para quien padece la enfermedad, sino también para toda la familia.
Hace 10 años su hermana, de 49 años, fue diagnosticada con cáncer de seno. Pero, como Rojas lo dijo, “era otra Venezuela. En esa oportunidad pudimos costear su tratamiento y todos sus exámenes fuera del hospital Oncológico Luis Razetti, donde fue operada. Sin embargo, ahora nada es igual. Tiene cáncer en el hígado y con metástasis, según el diagnóstico que recibió hace tres meses”.
“Tengo mes y medio buscando la pastilla que me mandaron y no hay, no llega. Me dijeron que fuera a Badan, adonde fui hace una semana, pero cuesta 3 millones 743 mil 333,72. Cómo uno llega a su casa y le dice a un paciente que no conseguí el medicamento porque no hay y tampoco tenemos la posibilidad que tuvimos hace 10 años para comprarlo”.
Contó que al igual que millones de venezolanos tuvo que despedir a su sobrino y a su esposo, quienes actualmente trabajan en Perú. “Ni los dos reuniendo el sueldo de dos meses logran completar la plata para comprar el medicamento. Perdimos las esperanzas. Ahora queda reunir para su entierro”.
“No encuentro adónde ir, adónde recurrir. He ido a la Farmacia de Alto Costo de Caracas, al Razetti, al Padre Machado, al Pérez Carreño y nada”.
Rojas lamentó que su hermana está en estado depresivo por la reincidencia de la enfermedad. Indicó que se siente impotente. “Lo único que no sé es cómo llegar a mi casa”.
Pidió a las autoridades estar más pendiente de los pacientes, dado que como ella son decenas de personas afectadas por la falta de medicamentos de alto costo.
Fundación Manos para Vargas atiende a 100 pacientes diarios
Lucía Marquina, madre del diputado en el exilio José Manuel Olivares, está al frente de la Fundación Manos para Vargas, que en julio arribó a nueve años.
Se trata de la nueva alternativa para los enfermos en Vargas, que acuden desde muy temprano en busca de medicinas para casos tan simples como una gripe, kits de cesárea y para enfermedades crónicas.
“Recibimos hasta 100 pacientes diarios y a muchos de ellos los atendemos desde hace años. A los pacientes con cáncer les damos los paliativos para la enfermedad, no los tratamientos; también acuden con Parkinson, Alzheimer y con convulsiones. Algunos necesitan tomar hasta seis pastillas diarias”.
Explicó que la mayoría son adultos mayores que no tienen para costear sus medicinas porque sobreviven con la pensión. “Ellos mismos dicen que no consiguen nada en los hospitales ni CDI de Vargas, llegan acá esperanzados. Aun así les decimos que tienen que tocar otras puertas y asegurar su salud. Pero no tienen respuesta”.
Marquina dijo que a pesar de las dificultades que vive el país sigue trabajando por su gente. “Yo me siento en deuda con el país y José Manuel siente lo mismo. Todo se lo debo al país y de esta forma se lo estamos retribuyendo”.