Brígida Botello estaba cansada. Salió del banco, en la avenida Bolívar norte de Valencia, y se volvió a sentar sobre el cartón en el que estuvo por más de cinco horas esperando. Ella llegó con los bolsillos vacíos y se fue del lugar con dos billetes que apenas le representa dos kilos de comida. Los metió entre la ya desgastada libreta de su cuenta del Banco de Venezuela mientras debatía consigo misma si compraba harina y arroz, o medio cartón de huevos y el jabón que necesita para lavar la ropa.
Ella tiene 76 años y debe ir hasta cuatro veces al mes al banco para poder tener en sus manos lo correspondiente a su pensión. «Hoy nos dieron 20 mil bolívares, ahora debo venir el martes por 10 mil más, y así hasta sacar los 40 mil», expresó. A su edad no es fácil tener que pasar por esa situación. «Y aquí estoy con hambre, porque ya no tengo dinero del mes pasado y no pude comprarme nada para desayunar».
Milagros Morales la escuchaba y asentía. Ella aún estaba en la cola y sabía que le faltaba al menos tres horas más. «Esto no es justo, somos personas mayores y a algunos les da mareos. Aquí pasamos sed, aguantamos ganas de ir al baño y malas necesidades. Lo que queremos es que esto se organice y se acomode».
Para Noel Ramírez simplemente estamos en la «carraplana». Él llegó antes de las 7:00 a.m. a la cola y ya al mediodía estaba desesperado. Tenía calor, ya se había mojado dos veces con la lluvia y era seguro que no podría almorzar. Todo por el 50% de su pensión que es un derecho adquirido.
«Esto no avanza nada. Esto es un martirio. A cada rato venimos porque nos dan la pensión por partes. Con este Gobierno que tenemos estamos cada día peor, nos darán la miseria de 20 mil bolívares para un paquete de arroz y uno de harina y con suerte queda algo para un pasaje. Nos ha cambiado para mal la vida de 25 millones de venezolanos, los otro cinco están mejor porque son del Gobierno», expresó.